El español Rafael Nadal se
convirtió ayer en el primer tenista en sumar siete títulos de Roland Garros al doblegar por 6-4, 6-3, 2-6 y 7-5 al
número uno del mundo, el serbio Novak
Djokovic, en una final disputada en 3 horas y 49 minutos que la lluvia
obligó a repartir en dos días. El mallorquín repitió el guión de la víspera y salió encendido a la Philippe Chatrier, donde el domingo
se había detenido el encuentro después de tres horas de tenis, con un tanteo de
6-4, 6- 3, 2-6 y 1-2 para Nadal.
Quebró de inicio el saque de Djokovic, se apuntó tres juegos seguidos y subió
un 3- 2 al marcador. Nadal
parecía implacable, pero las fuerzas se fueron igualando en esta final aplazada,
la primera en 31 años, y la lluvia volvió a reclamar protagonismo. El cielo encapotado rompió en agua y a punto estuvo de volverse a interrumpir
el encuentro, con 5-4 para Nadal. El drama aumentaba. “Por favor, proteged las bolas”, le dijo Nadal al juez árbitro, el sueco
Steffan Fransson, que convino con los jugadores esperar un par de minutos con la
esperanza de que el sol le ganara la batalla a los chaparrones.
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